En nota anterior hicimos referencia a los distintos túneles que bajo la superficie de la ciudad de Mercedes han sido encontrados y de los que se tienen  o se tuvieron noticias, aunque lamentablemente muchos de ellos fueron rellenados y destruidos.
  En esta nota haremos mención y mostraremos planos y datos de muchos otros ubicados en distintas ciudades y lugares de nuestro departamento y de zonas vecinas.
  En la ciudad de Buenos Aires,  por ejemplo, existen numerosos túneles en emblemáticos edificios del centro de esa urbe, mencionando los que pasan debajo de la Casa de Gobierno, como también de otros lugares y que son incluso actualmente y con muy buen criterio, conservados y utilizados como motivo de atracción para que los recorran turistas, visitantes y para conocimiento de los mismos habitantes de esa ciudad.
  En la mayoría de los casos sí, fueron construidos como sitios de escape o de escondite en épocas de revueltas o disputas políticas o militares en la vecina orilla.
  Extraemos de apuntes y documentos de la Biblioteca del desaparecido Prof. Académico Manuel Santos Pírez , la mención a “Los subterráneos secretos de Buenos Aires”, artículo publicado en la Revista “Historia Nº. 8” del año 1957 cuyo autor Vicente Nadal Mora hace referencia a los mismos.

En un largo y ameno recuento, Nadal describe una propia aventura en la que participó inconcientemente siendo adolescente, introduciéndose en un hoyo ubicado en la entonces calle Chile, cerca del Museo Etnográfico, donde se realizaba una construcción y que lo introdujo en una novela en la que no había pensado.
  Actualmente sobre ese recorrido estarían construidas numerosas fincas del Barrio de San Telmo, pudiendo ser parte del entubamiento de un gran zanjón, denominado “de Granados”, sitio casi imposible de cruzar años ha, por ser una depresión muy  profunda, con grandes barriales.
  (Hacemos mención aquí a lo que fue hace muchos años en nuestra ciudad, la famosa Zanja Padilla, formada por las calles hoy Manuel Oribe y José P. Varela, desde lo que era Roosevelt hasta más allá de Detomasi, terminando en el propio río Negro. Ese zanjón, con características semejantes al descrito por Nadal  Mora, sólo se podía cruzar a la altura de la calle Paysandú, donde se había construido un precario paso para carros y caballos). 
  Volviendo a la descripción anterior, Nadal nos muestra planos de los lugares que recorrió en aquella época, terminando su detallada descripción manifestando que no se sabe con certeza para que sirvieron, descartando que fueran desagües y estimando pudieran ser comunicaciones secretas con un fin desconocido 
  Describe también otros que existen bajo el Cabildo y bajo el Colegio Nacional Central, como así también otro bajo la casa de la calle Bolívar Nº. 107, haciendo referencia así mismo a una descripción de un soldado que en 1867 exploró uno de largo recorrido entre la Iglesia del Socorro hasta la Recoleta.

  Salteando largo tiempo, recordemos que esos túneles y otros mayores fueron aprovechados por quienes realizaron el “Robo del Siglo” en Buenos Aires a fines del siglo pasado, desvalijando decenas de cajas de seguridad en un Banco del centro de aquella ciudad, escapando a través de un bote inflable aprovechando el curso de agua que corría por esos sitios subterráneos, terminando el recorrido en la propia costa del Río de la Plata desde donde escaparon.
  (Se ha filmado una película mostrando los métodos utilizados por los hábiles ladrones). 
  Cruzamos entonces el río que nos separa de la Argentina y en Montevideo tenemos el ejemplo de la red subterránea (esta sí realizada para el saneamiento de la ciudad), por la que escaparon más de 100 presos de la cárcel de Punta Carretas durante la época de la sedición.
  Respecto a esta fuga y la utilización de estos túneles, existe un trabajo muy detallado que fuera publicado en la Revista Posdata Nº. 188 de abril de 1998, titulado “Historias del Montevideo Subterráneo” en el que se describen muchos detalles de esta red cloacal montevideana.

Regresamos a nuestro departamento y recordamos que también en Villa Soriano, durante mucho tiempo se comentaba que existía un pasadizo que comunicaba la Iglesia de esa localidad, con la casa de Marfetán, sede actual del Museo de ese lugar. No sabemos si alguien lo recorrió o por lo menos lo ubicó en algún tiempo.
Y volviendo a otra zona del país, hay descripciones de túneles y bóvedas también en lugares como las fortalezas ubicadas en Santa Teresa y San Miguel, existiendo trabajos de historiadores uruguayos sobre los mismos.
Poco tiempo hace, que al realizarse excavaciones en el edificio que fuera el salón anexo al Colegio del Huerto, sobre calle Artigas, apareció también una cavidad con características parecidas a las detalladas, el que, como ha sucedido en otros casos, fue rápidamente rellenado para evitar demoras en la construcción proyectada.
  También tiempo atrás descendiendo en el aljibe ubicado en patios del Colegio y Liceo de los Salesianos, se ubicó un amplio depósito que pudo haber sido el sifón para acumular agua en ese artilugio, pero que fuera también `posteriormente anulado.
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  Como complemento de la nota que fuera publicada bajo el título “La ciudad subterránea” señalada como Nº. 2 de esta serie, reproducimos este dibujo y las fotografías que siguen:

 Se distinguen en él tanto la tapa de ingreso a ese espacio de unos 8 metros de largo por unos 6 metros de ancho que se continúan por un corto túnel de unos 3 metros el que desemboca en una amplia bóveda de 5 metros de alto y diámetro de más de 4 metros, de la que partía asimismo un corredor de casi 2 metros de altura, 4 metros de largo y un ancho de 50 centímetros, el que mostramos en el trabajo anterior, terminando en un profundo aljibe. 

En algunas revistas de la “Sociedad Amigos de la Arqueología” se muestran varias de esas construcciones subterráneas con características semejantes a las comentadas. 

 Coincidiendo con la época de aquella reunión en el Centro Histórico en el 2005, a que hicimos referencia en la nota Nº. 2 “La ciudad subterránea”,  se comentó también que en Fray Bentos se habían localizado numerosos lugares semejantes a los que se comenzaban a estudiar, los que se ubicaban en la zona del Puerto de aquella ciudad.

  Y finalmente como dato anecdótico, los que conocen el desagüe para las aguas de lluvia que existe en calles M. Oribe y E. Giménez., recordarán que hace más de 50 años los cordones de la acera estaban más altos y dejaban un amplio espacio, por el que los cuerpos pequeños, entonces,  podíamos ingresar debajo de la calle; pues bien, como muchachos audaces habíamos previsto iniciar un recorrido por ese conducto en dirección a la costa del río, como aventura, aprovisionándonos de velas y cerillas para disipar la oscuridad, pero finalmente los compañeros decidieron no realizar esa excursión, aunque sabíamos que era sólo un conducto de aguas pluviales.

  Trabajo para historiadores y arqueólogos que quieran descifrar los misterios que encierran estas enigmáticas construcciones.